No hace mucho tiempo leí algunos fragmentos sobre la naturaleza en el campo, que despertaron en mi hermosas sensaciones. Quisiera transmitirles esas sensaciones, que por cierto vivo diariamente.
El sentir y descubrir que el tiempo no tiene prisa y que el silencio te habla al oído mientras miro el cielo fundirse con el horizonte, no tiene desperdicio.
Estar rodeada de naturaleza es arte; un arte que va cambiando según el momento del día que la vivamos. Siempre llena de colores y matices. Es un regocijo que alimenta todo mi cuerpo.
Ya hace 22 años que decidí instalarme en el campo con mis 2 hijos menores para acompañar un poco mas a mi padre. Este cambio fue un gran desafío; no solo por la dinámica de vivir en el campo, sino porque comencé a desarrollar más fuertemente el turismo rural, como principal modo de vida.
De alguna forma debíamos salvaguardar un legado del 1860 y la única manera era habitándolo, dándole vida. Es un establecimiento con un patrimonio de mucha historia que no queríamos perder, y a su vez queríamos compartirla con otros. Forma parte de nuestro Uruguay.
Lentamente fui descubriendo que mis días eran más plenos, llenos de energía y me di cuenta que tenía relación con observar y disfrutar cada día lo que la naturaleza me regalaba. Después de dos décadas viviendo en el campo, estoy cada vez más enamorada de la naturaleza y de esta Paz, deseando que otros la disfruten tanto como yo.
Anne Wyaux